Capítulo 17: Hechizos y visitas

19 enero, 2008

La intriga y la curiosidad le ganaron de nuevo durante una fría tarde del enero invernal. David se encontró leyendo el Libro de G. G. en la Sala Común, lenta pero atentamente ante la mirada de sus amigos. Era un ejemplar muy extraño, les decía. Había hechizos que la última vez no estaban ahí, y algunos habían desaparecido.
La cantidad de encantamientos y maleficios era sorprendente. Prácticamente todas las páginas albergaban uno o dos (excluyendo las hojas que contenían extraños símbolos). Y no sólo eso, sino que había hechizos para casi cualquier cosa. Si David hubiese sabido lo que quería, habría actuado igual que cuando descubrió Timoris Revelio (no se olvidaba que el libro se abrió sólo en aquella página). Pero esta vez no estaba interesado en alguno en especial, así que se limitó a pasar las desgastadas pero fuertes hojas con su mano derecha.
Sus ojos se detuvieron (casi involuntariamente) en un conjuro un tanto extraño.
― Confundus Maxima… ¿a alguien le suena?

Silvia dio un salto en el cómodo sillón y pareció ponerse histérica. Después, ante la mirada penetrante y aturdida de sus amigos, volvió a tomar asiento, lentamente, con los ojos perdidos. No hizo falta que le pregunten que le sucedía.
― Cuando volvimos a casa en Navidad… bueno, recuerdan que le había prometido a Candelia que si ella ayudaba en el duelo con Nicholas, yo haría sus tareas en casa… digamos que me olvidé de hacerlo.
“ Una tarde, cuando ella llegó, nuestra madre la castigó por no hacer lo que debía… Me agarró de los pelos y me llevó al baño… y me confundió.
― ¿Cómo que te confundió?
― Sí… me llevó al baño porque es un lugar pequeño, y cuando estaba ahí me lanzó un hechizo… mi cabeza empezó a dar vueltas y ya no sabía lo que hacía. Metí la cara en el inodoro.
Los chicos estallaron en carcajadas mientras la imagen de Silvia intentando sacar la cara del inodoro les pasaba por la cabeza. Incluso David lo hizo, y Silvia no tardó en imitarlos. Después de todo no podía negar que era divertido.
― Entonces si tu hermana que está en segundo año pudo hacerlo no debe ser un hechizo muy poderoso, ¿no? -preguntó Charlie, dejando de lado toda cortesía.
― No, es que… creo que en ningún momento dijo Maxima. Yo creo que este es más poderoso aún.
― Entonces habría que probarlo -concluyó David.

David fue a esconder el libro en la habitación, y minutos después él y sus amigos se encontraban atravesando la puerta del castillo, con dirección a la cabaña de Hagrid. El profesor no tenía mucha confianza con David y Charlie después del incidente de Nicholas, pero por otro lado Silvia ponía especial atención en sus clases, por lo que la consideraba una alumna sobresaliente.
La chica no tardó mucho en convencerlo. Le pidió ver un puñado de duendecillos para observar su comportamiento en grupo. El profesor, abobado y encantado, aceptó.

Los duendecillos se encontraban ya agrupados, y le pidieron (en realidad, Silvia le pidió) a Hagrid que se retirara. ¿La razón? Alegaban que como conocían a Hagrid los duendecillos no se comportarían naturalmente. El profesor titubeo pero aceptó.
En parte tenían razón. Ni bien Hagrid desapareció, los duendecillos comenzaron a correr hacia David. ¡No le dieron tiempo de pensar!
― ¡Confundus Maxima!
Nada pasó, ni si quiera una leve chispa.
― ¡Confundus Maxima!
Los duendecillos se acercaban tan rápido como sus diminutas extremidades se lo permitían.
― ¡Confundus Maxima!
Por fin. El duendecillo al cual había apuntado cayó de bruces al suelo cuando un rayo de un color amarillo pálido impactó en su cabeza, y no tardó en incorporarse y correr en círculos, como si estuviera ciego. Pero no solo él. Todos los que estaban cerca de él también lo hicieron, y la mayoría se chocaba las cabezas entre sí.
Después de las risas, pudieron sacar una conclusión. Confundus Maxima no sólo afectaba a quien era blanco del maleficio, sino a quienes se encontraran cerca de él.
Pasaron a avisarle a Hagrid que ya no los necesitaban, y le agradecieron infinitamente su ayuda, repitiendo decenas de veces que era el mejor profesor, un verdadero halago para Hagrid.
Cuando todos volvieron al castillo, David fue a ver el libro nuevamente. Se llevó una gran sorpresa. Aún estaba debajo de su cama, pero estaba abierto, y él lo había dejado cerrado. Cuando pudo verlo, leyó con cuidado.
“Supernova”. Ese era el título de la página y el nombre del hechizo que allí se describía. “Peligroso”, era la palabra que el autor había destacado, subrayándola.
David no se atrevió a probarlo. Al día siguiente, le preguntó a Frederic que era una supernova, puesto que ya había oído esa palabra antes. No entendió los tecnicismos que su amigo empleó en la explicación, pero sin duda, por la expresión de Frederic, no era algo con lo que se pudiera jugar.

Las clases siguieron su curso normalmente. Enero pasó y Febrero se abrió paso. Una tarde, mientras David caminaba solo por los pasillos, vio la espalda de alguien muy conocido.
― ¡Harry!
Los cabellos alborotados giraron, dejando ver la cara de Harry Potter. Había alguien con él, un chico pelirrojo. Los visitantes se acercaron a zancadas, y el mago adulto saludó a David con alegría.
― ¡Hola, David! Te estábamos buscando. Ah, este es mi hijo, James.
El pelirrojo extendió su mano y estrechó la de David. Pero extendió su mano izquierda, parecía tener algo en la derecha, aunque no se veía nada.
― ¿Me estaban buscando? ¿Por qué?
― No importa, no importa.
― ¿A que vinieron?
― Tuvimos una conversación en la dirección.
Pero David había visto a McGonagall cerca de los terrenos, y no podía estar en dos lugares al mismo tiempo, al menos no normalmente.
― La directora no está en la dirección -replicó David.
― Vamos, James -dijo Harry, con un guiñe de ojo.
Ante la sorpresa de David, los dos adultos giraron, ¡y se retiraban sin saludarlo!, algo muy raro en Harry.
Entonces algo extraño sucedió. Harry tocó con el codo a James, quien con un resoplido abrió su mano derecha. David pensó que estaba loco. ¡Los pies de James habían desaparecido! Pero con un pestañeo, volvió a verlos en su lugar.
Esperó a que doblaran y los siguió, trotando. Quería saber hacia donde se dirigían. Y de pronto, resbaló. Si no hubiese tenido reflejos, su cara sin duda se hubiese lastimado bastante. Se raspó las manos, pero no le importaba. Había algo enredado en sus pies.
Cuando lo tuvo en manos, tenía ganas de hacer millones de preguntas. Porque efectivamente, lo tenía en manos. Pero al mismo tiempo no tenía nada, y donde estaban sus manos, sólo veía el suelo de piedra. Era como algo transparente, o algo… algo invisible. La textura descubierta al tacto denotaba una tela un tanto extraña.
Haciendo caso a su presentimiento, se colgó la capa por encima (que por cierto era bastante grande) y comprobó su teoría.
― Reflecto.

Mientras caminaba invisible por los pasillos buscando a Harry y su hijo para devolverle la capa, se imaginaba cuantas aventuras y cuantas historias existían sobre aquel objeto. Era algo muy valioso, es cierto. Podría habérselo quedado por cuenta propia, pero si algo destacaba a David era su honestidad. Excepto, claro, cuando de Nicholas se trataba.
Por fin, alcanzó a ver a quienes buscaban. Estaban acompañados, esta vez sí, por la directora, y por otro hombre que no reconoció. Entraban a una pequeña habitación, y si la puerta se cerraba no podría saber que pasaba, por lo que se dio prisa. Harry fue el último en entrar. Antes de hacerlo, miró fijamente el lugar por donde entró David, suponiendo que estaba ahí.

Era una reunión bastante tensa. A pesar de su condición de invisible, David se mantuvo prudentemente alejado para no ser descubierto. ¡No se imaginaba la clase de castigos y trabajos forzados que tendría que hacer si lo atrapaban! Y eso, claro está, si no lo expulsaban inmediatamente del colegio. Para empeorar las cosas, McGonagall parecía bastante preocupada.
Con respecto al hombre desconocido (aunque decirle desconocido sería una mentira) era el Ministro de la Magia, Kingsley Shacklebolt.
Los únicos que estaban tranquilos y relajados eran los Potter. A David mucha información no le llegó, porque hablaban en un tono casi imperceptible.

La charla se estiró, hasta que llegó a ser como la barba de Albus Dumbledore. ¡David tenía que asistir a clases! Y Harry lo sabía muy bien.
― Necesito un poco de aire fresco.
¿Qué clase de aire fresco puede ver en uno de los pasillos más recónditos del pasillo? Sólo él sabe, pero Harry salió, dejando la puerta abierta.
En un torpe movimiento, David tumbó sin querer un jarrón que había cerca de él. El ruido alarmó a todos, y pronto todos estaban en aquel preciso lugar, pero el chico ya se había ido. El auror entró nuevamente a la habitación, riendo entre dientes.

Durante los días que siguieron, David se preguntó por que le habían dejado la capa. Efectivamente, se la habían dejado, pues recibió una carta en la que Harry le obsequiaba aquella prenda, y le sugería que tuviese más cuidado. ¿Alguien se lo había sugerido? No es un objeto que se consigue todos los días.
Prefirió no comentar la existencia de la capa con sus amigos, un poco por seguridad, otro poco porque le gustaba mucho, y no quería prestarla. Podía parecer avaricia, pero tenía razón en su pensamiento. Esa capa, en malas manos, podía resultar desastrosa.

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24 Responses to “Capítulo 17: Hechizos y visitas”

  1. Candelia Says:

    me encanta!! la capa de invisibiidad!!! eso era lo unico que faltaba en este relato «Hogwariano» bueno, eso y el Mapa del Merodeador!! me encanta, sigue asi.

    Saludos y ánimos!

    Kisses
    Candela

  2. Enelya Says:

    de verdad se la regaló o solo se la prestó? es un objeto con una gran historia mágica y ha pertenecido a la familia de harry por generaciones. ¿qué se trae potter entre manos? me intriga mucho, siguele que quiero saber más.

    P.D. muy buen trabajo.

  3. Durward Says:

    Gracias a las dos por pasar.

    Enelya: en ningún momento digo que Harry le regaló la capa a David, sólo digo que se la dejó.

  4. juan Says:

    Me intriga el que, todo el mundo sabe algo de David, menos él mismo!!! y nosotros claro.^^

  5. Durward Says:

    Juan: ¡eso significa que estoy cumpliendo mi objetivo!

  6. Martín Says:

    Me sorprende que Harry le haya ¿regalado? ¿prestado? una reliquia que teóricamente pertenece solamente a los descendientes de Ignotus Peverell. A menos que…

  7. LunaLoOvegood.* Says:

    Felicidades Durward ¡
    Te esta quedando muy bien la historia , me ha encantado¡
    nuevamente , felicidades ¡

    Éxitos ¡

    Besos

    Luna =)

  8. Durward Says:

    Martín: sin duda Harry debe tener algún motivo para dejar algo así… y sin duda es algo que le molesta a James…

    Luna: ¡Muchas gracias! Espero verte por aquí seguido.

  9. Enelya Says:

    gracias por responder a mi comentario anterior, lo que sucede es que también escribiste «Efectivamente, se la habían dejado, pues recibió una carta en la que Harry le OBSEQUIABA aquella prenda», y un obsequio es un regalo, por eso me sorprendió. A menos que exista una poderosa razón como piensa Martín y bien le constestaste, creo que solo se la dejó por un tiempo, pero no sé.

    Espero que lo continúes, haces un buen trabajo.

  10. Durward Says:

    Enelya: tenés razón. Es un error de redacción mío. De todas formas es posible que David se la quede, si es que la necesita.

    Perdonen el error.

    Edit: ahora que lo pienso, podría sacar algo bueno de ese pequeño desliz.

  11. Marcia Says:

    segui asi ^^

    cada capitulo me haces sacar nuevas teorias , y mas teorias que ya hasta me duele la cabeza T.T

    segui asi durward ^^

    y como te dije antes soy tu seguidora xD

    atte : marcia

  12. Txelleta Says:

    ¡Qué lío! Pero seguro que Harry no le dejaría la capa sin un motivo lo suficientemente poderoso. Pero claro, James también se enoja por ello…

    Ay!! me duele la cabeza de tanto pensar!!! Y eso de que los hechizos aparezcan y desaparezcan… no sé… me recuerda a algo, pero no sé el que (seguiré pensando).

    Continúa así.

  13. angel Says:

    asi que ahora david tiene una de las reliquias de la muerte. muy interesante, y mas con el libro de G. G.
    me pregunto si estaran relacionados estos dos hechos. Muy bueno el fic, sigue asi

  14. Durward Says:

    Angel: ¡bienvenido!

    Ambos objetos no tienen relación directa, aunque si nos remontamos al pasado tal vez…


  15. :o Estoy mas confundido que nunca… y creo saber xq de la aparicion del significado del anagrama… aunque fue en el cap. pasado… jaja todo toma sentido


  16. Ahh estoy super confundido, por eso me encanta la hhistoria, seguro que mi confusion se ira cuando lea los proximos capitulos.

  17. Sapey Says:

    buen capítulo, que más puedo decir, esta historia me encanta

  18. horrocrux 7 Says:

    ja se ve que a james no le agrado la idea, y una pregunta ¿Candelia pudo hacer magia en casa porque sus padres son magos?

  19. Marcelo Says:

    Si! Ya empiezan a aparecer las reliquias!

  20. karla Says:

    si hubiera puesto atencion a lo que estuvieron hablando nos habriamos enterado de algo…
    lo k io me pregunto es si algo tendran k ver las relikias alrededor de toda la trama (abarcndo los posibles relatos siguientes, digo por eso de la capa o solo se la presto regalo por que es bondadoso y el otro es medio sope para pasar desapersivido?…
    bueno sera el sereno, pero io tengo k leer el siguiente…

  21. Gato Says:

    En general todo me gusta mucho, aunque si te digo que la capa de invisibilidad es algo muy presiado para harry espero que luego justifiques bien ese punto, y como critica constructiva trata de mantener un solo estilo de narrativa porque entre capitulos varia aveces muy notablemente

  22. el vidente Says:

    ¿NO ES QUE NO SE PUEDEN HACER HECHIZOS FUERA DE HOGWARTS HASTALOS 17?
    ENTONCES DEBIERON HABERLA EXPULSADO ESTANTO EN SEGUNDO

  23. skarlax Says:

    muy buen capitulo durward

  24. albus severus Says:

    el vidente: no tienen porq aberla expulsado
    el ministerio detecta la magia no quien la hace

    me encanta tu fic durward

    saludos


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