El Pequeño Tom

24 diciembre, 2007

La noche había caído hacía rato sobre el triste orfanato. Dentro, todos los niños se habían retirado a sus habitaciones y la directora del lugar se encontraba en su pequeña oficina, analizando una solicitud para alojar otro huérfano. Había una sola vacante en ese momento, pero la directora tenía miedo. Tom Sorvolo Ryddle era el único chico que no compartía habitación, y no por decisión de él, sino porque aquel pequeño niño de diez años -cuyo padre había abandonado a su madre al enterarse de que estaba embarazada, y para empeorar las cosas, ella había muerto en el parto- provocaba pánico entre los demás alojados. No se sabía muy bien el motivo de ello, y la directora sospechaba que era por miedo a lo que podría llegar a ocurrirles si delataban al pequeño Tom. Así, finalmente la directora dibujó un claro “RECHAZADO” en el papel, y se sintió tranquila, ignorando lo que pasaba justo en ese momento.

Tom Ryddle estaba en su cuarto, divirtiéndose con algunos pequeños juguetes y otros objetos. Pero no los movía con la mano, sino que lo hacía sin tocarlos. Pasó un largo rato así, hasta que la puerta de la habitación se abrió de golpe y con tal fuerza, que dio un golpe sordo al chocar contra la pared.
– ¡Raro! ¡Lo sabía, eres raro! ¡Espera a que la directora se entere de esto!
Alfredo, un huérfano proveniente de España cuya habitación estaba cerca de la de Tom, lo había estado observando por el cerrojo de la puerta. No era la primera vez que lo hacía, pero por primera vez había podido ver algo.
Rápidamente Tom se levantó y corrió tras él, no sin antes agarrar lo más peligroso que encontró antes de salir de su habitación, un cuchillo que había robado del comedor. Alfredo era obeso, más por un desorden del organismo que por sobre alimentación -lo que habría sido imposible-, así que no fue un gran desafío alcanzarlo casi al final del pasillo. Tom saltó sobre él y le golpeó la cara con el puño. Enseguida le tapó la boca con una de sus manos para que no se oyeran los gritos desde la oficina de la directora, mientras lo seguía golpeando en el estómago con su mano libre. Siguió así hasta que el chico se calmó. Lentamente fue retirando la mano que tapaba su boca, pero siempre manteniendo la mano derecha en alto, amenazadora.
― Párate -le dijo Tom con frialdad
Por la mente de Alfredo ni se acercaba el pensamiento de oponer resistencia, así que le hizo caso. Tom desató uno de los cordones de sus viejas zapatillas, que hicieron las veces de esposas en las -temblantes- manos de Alfredo, atándolas detrás de su espalda.
― Camina

Tom condujo al asustado chico a través de la puerta trasera del edificio para finalmente salir al patio de atrás. Estaba terriblemente oscuro, tanto que Alfredo hubiese sentido miedo aunque no estuviera en esos apuros. Tom lo guió hasta la parte más alejada, casi al límite con una pequeña casa.
― Toma -le dijo mientras le desataba las manos y le acercaba el cuchillo-, córtate un dedo.
― ¿Qué? ¡Estás loc…!
Otro puñetazo mal a la regordeta cara de Alfredo, y este se calló.
― Que te cortes un dedo. Así a aprenderás a no meterte en cosas que no entiendes.
El chico, temblando más que nunca, tomó el cuchillo y lo acercó a su mano. No había querido hacer lo que estaba por hacer, pero era la única chance de conservar su mano intacta. A pesar del miedo que sentía en ese momento por Tom, giró el cuchillo e intentó clavárselo. Tom alcanzó a correrse pero no lo suficiente como para que no le provoque una profunda cortadura en el brazo izquierdo.
Mientras Ryddle gritaba de dolor en el suelo, Alfredo se le acercaba amenazante con el cuchillo en alto. Se puso de rodillas sobre su estómago y posó el arma en el cuello de Tom.
― Pídeme que no te mate -le dijo Alfredo.
A Ryddle no se le pasaba por la cabeza rendirse frente a alguien a quien él consideraba inferior, alguien que no podía hacer lo que él hacía.
― Bueno, si así lo quieres…
Pero Alfredo se detuvo en seco. Estaba disfrutando mucho ese momento, le gustaba hacer sufrir a Tom, y justo por allí estaba pasando una pequeña serpiente, cosa frecuente en aquel patio tan descuidado. Alfredo la tomó, y acerco la diminuta cabeza de la serpiente a la cara de Tom.
― ¡Pídeme que no te mate!
Tom sabía que eran venenosas. En una ocasión habían picado a una niña y tuvieron que llevarla de urgencia a un hospital cercano.
Y en ese momento, como si hubiera sabido que podía hacerlo, le habló a la serpiente.
― Mátalo -siseó.

Cuando la policía llegó, todos los internados y la directora estaban en torno al cuerpo de Alfredo, mientras Tom se agarraba el brazo herido con fuerza y fingiendo dolor.
― ¿Puedo hablar con el chico? -preguntó un policía alto y delgado que la directora identificó al instante como el comisario. La directora aceptó la decisión y el policía llevó a Tom a una distancia prudente para que nadie más pueda escuchar
― Cuéntame todo
Ryddle eligió cuidadosamente sus palabras. A pesar de ser muy jóven era lo suficientemente astuto como para saber que el hecho de ser el único que había estado con el chico cuando murió era algo bastante sospechoso, más aún con los antecedentes de Tom dentro del orfanato.
A pesar de que no lo sabía, Tom había heredado la astucia del mismísimo Slytherin, su antepasado. No fue un inconveniente para él, con sus diez años, crear una historia convincente explicando el porque de su herida, la causa de las marcas de golpes en el estómago de Alfredo y las señales de ataduras en sus manos y demás detalles. Cuando la policía se retiró del lugar tomando por cierta la versión del pequeño Tom, se sintió más aliviado, pero su noche no terminaría ahí.

Entrada la madrugada, Tom salió de su cuarto nuevamente con destino al patio. Buscó a la serpiente un largo rato hasta que la encontró.

― Tu serás mía -dijo-. Tu serás Nagini.

5 Responses to “El Pequeño Tom”

  1. Helga Hufflepuff Says:

    Órale muy buena… que malo es el Tom hombre jajaja con razón se convirtió en el mago más tenebroso…

  2. Mary S. Says:

    Te quedo muy bueno, me gusto mucho!!! Y la verdad al leer la historia no me esperaba que Tom le dijera a Alfred que se corte un dedo (Aunque todo es posible viniendo de Voldemort… jaja)

    Saludos!!!

  3. Martyginny Says:

    Way, Asi me gusta, super alfrdo. No lo cierto es ke me a caido mal, con 10 añois estaba dispuesto a matar. D Voldy me lo speraba, pero no d cualkier otro niño…

  4. Sapey Says:

    muy bueno
    es increíble q con solo 10 años ya pensaba en matar


  5. Es interesante ver historias sobre como era Tom de joven. Aunque en realidad he leído muy pocas mi reciente fascinación por los personajes psicópatas fue lo que me hizo acercarme a este one-shot.


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