Capítulo 24: El lamento de David

14 febrero, 2008

Aquella noche, en la sala común de Gryffindor, conversar era literalmente imposible. Los gritos de alegría y júbilo lo inundaban todo y llegaban hasta cada rincón de la habitación (y posiblemente del castillo). Todos los que estaban dentro parecían formar un gran mar de personas que de vez en cuando se elevaba, imitando una gran ola, y cuyo punto más alto era Steve Skinner, que aún aferraba la valiosa Snitch en la mano.
La sala había sido decorada para la ocasión: las paredes estaban repletas de estandartes rojos y dorados, y del techo colgaban varios leones que contribuían a engrosar el ruido ensordecedor con sus potentes rugidos.

En un rincón, algunas chicas de cuarto año dibujaban algo sobre un gran trozo de tela. David se acercó más para verlo: era Steve, sacando la lengua con cara de loco. Había una Snitch, dibujada lejos de su alcance. En cuanto terminaron la obra, un chico de séptimo año hizo un gracioso movimiento con la varita, y varias chispas de colores llegaron hasta la tela; ahora Steve caía realmente por la tela. Un segundo después, la Snitch llegaba a su mano derecha, y todo volvía a su posición inicial.
Minutos más tarde varios estudiantes entraron por el orificio del retrato, todos ellos llevando montones de bultos. Al parecer, hasta los elfos domésticos de Hogwarts deseaban que Slytherin perdiese, y les habían regalado comida y bebida a montones.
Después de un par de horas las botellas de cerveza de manteca estaban vacías, las conversaciones cesaban y los párpados comenzaban a cerrarse involuntariamente. Los estudiantes más jóvenes subieron al dormitorio, tropezando cada tres o cuatro escalones. Tan sólo los mayores se quedaron, aunque daba la impresión de que era porque ninguno quería ser el primero en acostarse. De todas formas ya nadie se emocionaba cuando alguien contaba nuevamente cómo había sido la jugada de Skinner. Hasta el mismo Steve parecía cansado y deseoso de entrar en su cama.
David, Charlie y Frank subieron al dormitorio de chicos después de despedirse de Silvia. Los cuatro estaban preocupados, porque en la enfermería no les habían permitido ver a Frederic. Sin embargo, la enfermera Lewis les había prometido que se recuperaría.

David tuvo un sueño muy extraño.
Estaba dentro de una gran jaula. Fuera de ella, la oscuridad sólo era interrumpida por una luz; parecía un farol de calle, pero emitía una curiosa luz turquesa.
David esperó. Quiso saber cual sería su primer movimiento.
No se movió.
Sin comprender por qué lo hacía, intentó levantar uno de sus pies. Se sorprendió al saber que eran demasiado livianos, no eran los de él, y entonces… casi se cae. Se tambaleó en el aire (aunque su otro pie seguía sostenido sobre algo). Con gran esfuerzo recobró el equilibrio.
Dirigió toda su atención hacia la jaula: era alta y en forma de campana. Cerca de él había comida, aparentemente compuesta de hojas de alguna especie de planta, y junto a ella había un recipiente con agua. Entonces supo lo que iba a ver antes de hacerlo; dirigió sus ojos hacia los pies y lo confirmó: estaba sobre una especie de trapecio, como esos que los muggles usan para que se posen los pájaros que mantienen en cautiverio, aunque ellos los llaman mascota. Entonces vio por qué eran tan livianos sus pies; de hecho, no eran pies: eran patas, unas patas doradas y muy finas. En donde deberían haber estado sus cinco dedos, sólo había cuatro, y tenían una forma muy extraña para ser dedos de humano.
David elevó sus brazos… eran más pesados que las patas. Y lo comprendió enseguida porque, como esperaba, no tenía brazos.
Cayó en la cuenta de que era un ave bastante grande, porque sus alas así lo eran. Apreció su plumaje. Era de un color rojo, como el fuego. En verdad le gustaba.
Miró hacia atrás y vio algo que le gustó más que cualquier otra parte de su nuevo cuerpo: tenía cola, una larga y dorada cola. “Imposible -pensó-, las aves no tienen cola”.
Entonces dejó de contemplar su cuerpo. Sintió una sensación muy extraña y desagradable, como si alguien le oprimiera el corazón. Supo, aunque sin pensarlo, que alguien o algo estaba sufriendo muy cerca de allí. Extendió sus alas y bajó en círculos por la gran jaula. Era una sensación grandiosa; David estaba volando, realmente estaba volando, aunque no había ninguna escoba que lo sustentase. Cuando llegó al suelo, aquella sensación de pesadumbre se incrementó enormemente.
David perdió el control del ave. Aún veía por sus ojos y sentía aquella fuerte emoción, pero no podía controlarlo. O al menos eso parecía, porque el ave avanzaba por su cuenta. Se acercó a los barrotes de la jaula. Eran unos barrotes muy extraños, y David supuso que debían de estar encantados… claro está, si es que había magos en aquel lugar. La tenue y extraña luz iluminó una escena que le pareció horrible: un escarabajo estaba luchando en vano frente a una gran araña, posiblemente una tarántula. David no supo por qué, pero sintió una fuerte ira, un odio tan potente y agudo que estaba seguro de no haber sentido jamás. El ave se enderezó y emitió un sonido hermoso. Le encantaría haber estado fuera de la jaula sólo para poder escucharlo.
Pero se dio cuenta de que le dolía escuchar ese sonido… ¿o sería que al ave le dolía emitirlo? La tarántula, asustada, se escabulló de inmediato.
El ave acercó sus ojos (y su sobresaliente pico) al escarabajo. Lo contempló con expresión de pena y compasión: el escarabajo estaba malherido y moribundo.
Volvió a cantar. Esta vez David sintió que lo torturaban: era un dolor realmente insoportable. Y, aparentemente, el gran ave también lo sentía. Sin dejar de cantar, una lágrima cayó de sus ojos (“¿Las aves lloran?”). Era una lágrima bastante grande, y caería sobre el escarabajo (“¡Se ahogará!”, pensó David con gran pena. Nunca había sentido lástima por un insecto).
La lágrima llegó cubrió al escarabajo. Y no se ahogó. Al contrario, pareció recuperar sus fuerzas. Miró por última vez al ave con expresión de gratitud, extendió sus diminutas alas de insecto (que parecían dos granos de arena frente a las alas de David) y se perdió en la oscuridad de la noche.
El ave, ahora nuevamente controlado por David, se elevó y volvió a colocarse en el trapecio. Se durmió instantáneamente.
Y de pronto todo cambió. Ya no se encontraba en aquella jaula. De hecho, no se encontraba en ningún lugar, porque ya no tenía cuerpo.
Sin embargo pudo ver un muchacho rubio, bastante lejos de él. Había una dulce expresión en su cara… ¡parecía todo tan real como en el sueño del ave!
El muchacho sostenía una caja. Ya la había visto antes. Entonces quiso acercarse, pero no pudo. Le gustaba la caja, a pesar de parecer vieja y desgastada. El muchacho rubio sonrió y la escena cambió.
David estaba en la biblioteca, frente a aquel extraño acertijo. Sabía lo que tenía que hacer para quitar de en medio aquella pared… era una palabra, sí, como una contraseña… estaba a punto de decirla.
― ¡HARRISON! ¡SEÑOR HARRISON, DESPIERTE! -dijo una voz distante. Sintió que una fuerza invisible, como una tenaza gigante, lo atraía desde la espalda y lo alejaba de la biblioteca.
Despertó.
Estaba rodeado de gente, y todos parecían muy preocupados.
McGonagall estaba junto al profesor Neville Longbottom. Eduard Johanson tenía un recipiente vacío en sus manos y exhibía una sonrisa de alivio.
Charlie, Frank y Silvia estaban arrodillados junto a él. Y entonces se sorprendió, porque ya no estaba en el dormitorio. Estaba en el despacho de la directora.
― ¿Qué pasó, muchacho?
Neville también demostraba alivio en su cara.
― No lo sé… tuve sueños muy extraños… ¿por qué me trajeron?
Charlie contestó.
― ¡Gritabas, David! Gritabas como un loco y te revolvías en las sábanas. Parecía que estabas teniendo un dolor muy fuerte.
Entonces David se tocó una mejilla, que en verdad le dolía. Sentía el gusto de la sangre en su boca.
― Ese fui yo… lo siento -dijo Frank, con voz triste.
― Era imposible despertarte -apuntó Charlie.
― Aunque no te fue difícil despertar a todos los estudiantes de Gryffindor -dijo Silvia con una sonrisa, tocándole la espalda.
― Tampoco a todos los retratos del colegio -completó Phineas Nigellus, con el entrecejo fruncido.
David miró a su alrededor y vio que aquel hombre severo no le mentía. Todos lo observaban muy atentamente. Sólo uno dormía, o fingía hacerlo: Albus Dumbledore.
― Bueno, chicos, sólo fue un sueño -dijo el profesor Johanson.
― ¿Qué soñaste, Harrison? -dijo McGonagall.
― Bueno… yo era un ave.
Aquello había sonado estúpido, lo sabía, pero no podía respirar. Sacó fuerzas de donde no tenía y continuó.
― Y… bueno… era un ave grande. Nunca había visto algo así. Era rojo y tenía… tenía cola. Una cola dorada. Era un pájaro realmente hermoso.
Entonces vio dos luces azuladas que se materializaban frente a él. Dumbledore había abierto los ojos y miraba interesado, aunque sin perder su expresión amable. McGonagall, como si tuviese ojos en la espalda, giró su rostro.
― ¿Te gustó ese pájaro, David? -preguntó el hombre del retrato-. Se llama fénix.
― Entonces… ¿los fénix existen?
― Por supuesto que existen -saltó McGonagall-. Ahora, cuéntanos un poco más de ese sueño.
David relató detalladamente su extraño sueño. Explicó cómo se había dado cuenta de que él era el ave y podía manipularla. Pero ni bien quiso describir qué había sentido cuando supo que algo estaba en peligro, no pudo encontrar otra frase que “un gran peso en el corazón”.
En cuanto al canto de aquel ave, dijo que era hermoso y alentador, pero él sufría con cada segundo que pasaba (Charlie comentó que sin duda los gritos se debían a eso). Luego describió lo que sucedió cuando una lágrima tocó al escarabajo moribundo.
― El llanto del Fénix -dijo Dumbledore.
― ¿Estás seguro de que controlabas sus movimientos? Quiero decir… ¿tenías voluntad sobre el animal? -preguntó la directora, que parecía sumamente interesada en ese aspecto del relato.
― Sí… bueno, la mayor parte del tiempo.
Por un momento, David creyó que había una tormenta detrás del rostro de la directora: sus ojos brillaron de súbito, como si un relámpago los iluminase. Luego retomó su expresión de cansancio y preguntó.
― ¿Algo más para decirnos?
David pensó en el sueño del muchacho rubio. ¿Estarían al tanto los directivos y profesores de la existencia de aquel enigma? Se sentía cansado y no tenía ganas de seguir siendo el centro de todas las miradas.
― No, nada más.
― Bueno entonces será mejor que vue…
¡PUM!
Mirtha entró como un rayo en la sala. También se la notaba cansada y preocupada. Sin duda, se debía a la muerte de su hermano. Desde el momento en que volvió a pisar el suelo de Hogwarts, todo el mundo supo que algo había cambiado en ella.
― Sentí gritos en mis sueños y de pronto desperté y comprendí que… ¿Qué diablos pasa aquí?
― Nada, Mirtha, Nada. El señor Harrison tuvo un pequeño percance en sueños. Ahora, sería ideal que todos vuelvan a la cama.
Mirtha recorrió con la mirada a cada uno de los presentes, y se detuvo en David durante uno o dos segundos más que los demás. Luego, hizo un ademán con la cabeza y se retiró.

― ¿Qué creen que signifique? -preguntó Frank por enésima vez.
David los había puesto al tanto de su segundo sueño. Después de haber dormido, desayunado y almorzado tan bien, se sentía mucho mejor.
― No lo sé… yo creo que David se dejó llevar por la emoción del sueño del fénix, y aún no puede olvidar aquel enigma -arriesgó Silvia.
Era verdad. No había podido olvidar aquel enigma, pero tampoco le había prestado mucha atención. Sin embargo, el hecho de que ese sueño pareciera tan real lo preocupaba…
― Será mejor que nos apuremos -los apremió Frank-. Si no, no podremos ver a Frederic.
La tarde ya había caído, y la enfermera Lewis era bastante estricta en cuanto a los horarios de visita. Pero se encontraron con una gran sorpresa: Frederic había recibido el alta y se estaba retirando de la enfermería en ese preciso momento. Tenía un libro bajo el brazo izquierdo.
― La enfermera no sabe que pasó. Dice que algún tipo de envenenamiento, pero es extraño porque no era un veneno peligroso… sino un veneno para dormir. ¿Raro, no?
― ¿Qué es eso? -preguntó Silvia, ignorando las palabras de su amigo. No le hacía gracia pensar en los venenos.
― ¡Ah! Por suerte, la profesora McFly se ofreció a buscarme un libro de la biblioteca. Me trajo este, es realmente interesante.
Levantó el antiguo ejemplar para que sus amigos lo apreciaran. Se titulaba Historia de Hogwarts.
― Tenías que ser Ravenclaw… -dijo Charlie, pero el comentario fue ahogado por una tos excesivamente potente y muy mal disimulada de Silvia.

Frederic se mostró interesado en sendos sueños de David, pero más en el primero.
― ¿Es extraño, no? Es decir… si es que era real… ¡estabas controlando un fénix!
― Es sólo un sueño, Frederic -le espetó Silvia.
― Bueno, es posible… sí, supongo que sólo un sueño… Está bien, pero el segundo es realmente interesante, ¿no? Me refiero al acertijo y eso.
― Sí… bueno, supongo que nunca sabremos qué es lo que esconde a menos que traigamos un “muggle trastornado”, pero que tenga uso de la voluntad. Yo sigo pensando que mi vecino serviría. Cuando pisa las flores de nuestro jardín argumenta que a menudo pierde el control, pero yo creo que lo hace intencionalmente. ¿Qué sucede, Frederic?
Frederic se había detenido, mirándolo ceñudo. Por un momento, David pensó que aquel loco vecino tenía alguna relación con la familia de su amigo, y estuvo a punto de disculparse. Pero Frederic, sin hacer caso a su expresión, abrió el libro y lo hojeó a gran velocidad velocidad.
Sus amigos lo contemplaron unos segundos, y supusieron que estaba loco cuando entabló una conversación consigo mismo.
― No es posible… no puede ser… que idiota…
Por fin, se detuvo casi a la mitad del libro. Lo sujetó en su mano derecha y, con el dedo índice de la mano libre, señaló una de las páginas. Lo hizo con tanta emoción que parecía haber encontrado un hechizo para resucitar a los muertos.
― No es posible traer muggles a Hogwarts -explicó.
― ¿Cómo? -preguntó Silvia-. Entonces, ¿cómo se supone que vamos a saber lo que hay allí?
― Lo más probable es que no se refiera a una persona.
Y entonces David recordó que, durante el segundo sueño, estuvo a punto de decir… algo. Una palabra, sí, una palabra. Parecido a la forma en que se accedía a la sala común de Gryffindor: mediante una contraseña. Hurgó y hurgó en su cerebro, pero no estaba seguro de haberla sabido. La voz de Frederic aún resonaba en sus oídos.
― Un muggle trastornado, pero con voluntad. Aparentemente se refiere a una persona. Pero, ¿y si no? Es decir, puede ser cualquier cosa, ¿verdad? Y con voluntad puede referirse a que es necesario saber lo que se está haciendo… Una medida de seguridad muy útil, así nadie podría resolver el acertijo por accidente.
Entonces la mente de David lo arrastró hasta el año anterior, antes de recibir su carta de Hogwarts. Él y su familia salían de una clínica, y la portera los despedía. Se dispuso a atar cabos en su mente.
“Mirtha… Estudios Muggle… clínica psicológica para muggles… un muggle trastornado… tiene lógica… no, no, era una palabra, yo lo sabía en mi sueño… muggle trastornado, con voluntad… Mirtha dijo que algo era muy interesante…”
Y entonces su cerebro hizo un “click”, y supo la respuesta.
― ¡Gemlug!

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18 Responses to “Capítulo 24: El lamento de David”

  1. juan Says:

    demasiado contenido el capitulo ^^

    tengo un lio el la cabeza grandisimo… a mi en principio me pareciera mas interesante el primer sueño… no se, me atraia la idea de que pusiese estar relacionado kn un fenix, sobre todo un uno k yo me se…

    buenisimo el capitulo…

  2. Candelia Says:

    Puf, ¡este capítulo me ha mareado un pelin! XD pero me gustó mucho y yo… ¡Ya no se me ocurre cual puede ser la solución del acerjito! lo del fénix… el chico rubio… Gemlug… me gustó mucho, espero con ansias la continuación^^
    ¡No sé de dónde sacas estas ideas!

    ¡Feliz San Valentín a todos!^^
    Kisses
    Cande

  3. Durward Says:

    La solución del acertijo, Candelia, es justamente «Gemlug».

    Gemlug es un anagrama de Muggle, es decir, una palabra formada en base a las letras de otra palabra. Eso es lo que quiere decir cuando se refiere a un «muggle» trastornado

    ¡Saludos!

    PD: Por lo del fénix no te preocupes, porque pasará mucho tiempo para que sepan lo que es.

  4. swhite Says:

    Buen cap… no se pero supongo que la importancia del primer sueño es mucho mayor a lo que podemos «ver» un MAGO que se relaciona con un ANIMAL… que será?? jajaaj bueno tengo mis ideas suerte

  5. Enelya Says:

    sorry por la asusencia, pero está muy bueno. Síguele que ya quiero saber que pasa.

  6. Martín Says:

    Una vez más, has escrito un capítulo «a la David Lynch», lleno de acertijos, con la diferencia de que la última palabra resuelve muchos de ellos. Te felicito.
    Saludos

  7. Durward Says:

    Swhite: el primer sueño no es un sueño circunstancial, sino que es un sueño «vivido». También es muy importante, como vos decís, pero mucho más adelante.

    Enelya: bienvenida de nuevo.

    Martín: ¡gracias por pasar!

    Y gracias a todos por los comentarios.

  8. Mary S. Says:

    Me gusto mucho el capitulo, aunque termine hecha un lio, ya quiero saber que significa todo eso… :)
    Se nota que se va a poner cada vez mas interesante.
    ¿Pronto vamos a saber que significa Gemlug o falta mucho?

    Saludos!!!

  9. Marcia Says:

    Holas x) genial ¡¡ ^^ cada vesestoy mas confundida ; me gusta muxo tu historia .
    Kisiera entender sus sueños o.o tengo algunas hipotesis …

    sigue subiendo êscribiendo y subiendo x)

    cuidate ¡¡beshos x)

    tu seguidora ¡¡x)

  10. lilly potter Says:

    genial!!! que enredadera,je je je!!
    que significaran los sueños de David??
    en verdad estoy cada vez mas confundida e intrigada,pero que emocionante!!!

    siguelo que me gustado mucho!!
    saludos y besos!!


  11. GEMLUG!! No entendi, pero seguire… a ver si entiendo!!

  12. Sapey Says:

    así que la palabra supuestamente es Gemlug, no? ya me parecía que esa palabra iba tener importancia en la historia.
    muy buen capítulo, te felicito

    Gemlug= muggle

  13. Marcelo Says:

    Si! Gemlug=Muggle! Woohoo! Es David! Y ahora va a resolver el acertijo. Tengo que seguir leyendooo!!!!

  14. karla Says:

    mirtha lo enveneno para darle el libro correcto a frederich para que diera de nuevo con el nombre de la escuela y resolviera el acertijo, pero no me cuadra para k…
    esta bien
    ia casi acabo este!

  15. El Sauce Boxeador Says:

    Mmmmm me confundi, tendre que leerlo de nuevo…


  16. […] Ir al capítulo siguiente Posted by Durward Filed in David Harrison y el anuncio del Mago Tags: David Harrison, harrison […]

  17. Anónimo Says:

    es raro, de todos los capítulos que leí este es al que mas sentido le encuentro, y realmente la historia esta muy buenaaaaaaa, saludos y ojala que sigas escribiendo!!!!!

  18. Victoire Weasley Says:

    Ups! me olvide de decir, la del comentario anterior soy yo!!! :)


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